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Conexión entre la salud mental y la alimentación

Durante mucho tiempo se pensó que la alimentación y la salud mental eran dos aspectos separados del bienestar. Sin embargo, la ciencia ha demostrado que lo que comemos tiene un efecto directo sobre cómo pensamos, sentimos y actuamos.
El cerebro, al igual que el corazón o los músculos, necesita nutrientes para funcionar correctamente. Pero más allá de la energía, los alimentos influyen en la química cerebral, en la microbiota intestinal y en la manera en que nuestro cuerpo maneja el estrés y las emociones.

El intestino: nuestro “segundo cerebro”

El intestino está recubierto por millones de neuronas que se comunican constantemente con el cerebro a través del nervio vago. Por eso se le llama “el segundo cerebro”.
Además, en el intestino se produce alrededor del 90% de la serotonina, una de las hormonas que regula el estado de ánimo, el sueño y el apetito.

Cuando la microbiota intestinal (el conjunto de bacterias beneficiosas que habitan en el intestino) está equilibrada, el cuerpo puede producir neurotransmisores de forma eficiente y mantener un buen estado emocional. Por el contrario, una alimentación rica en ultraprocesados, azúcares, alcohol o grasas trans puede alterar ese equilibrio y favorecer síntomas como irritabilidad, ansiedad o cansancio mental.

¿Cómo influye la alimentación en el estado de ánimo?

Los nutrientes actúan como mensajeros para el cerebro. Por ejemplo:

  • Los ácidos grasos omega-3, presentes en el pescado azul, las nueces y el aguacate, ayudan a mantener la función neuronal y reducir la inflamación cerebral.
  • Las vitaminas del complejo B son esenciales para la producción de serotonina y dopamina.
  • El magnesio y el triptófano, presentes en legumbres, plátanos y semillas, favorecen la relajación y el bienestar emocional.
  • Los probióticos y prebióticos, como el yogur natural, el kéfir o los alimentos fermentados, ayudan a fortalecer la microbiota intestinal, mejorando la comunicación entre el intestino y el cerebro.

Por otro lado, una dieta alta en azúcar refinada puede generar picos de energía seguidos de bajones que afectan el ánimo, mientras que el exceso de cafeína o alcohol puede alterar el sueño y la capacidad de concentración.

Cuando la mente influye en los que comemos

La relación entre alimentación y salud mental también va en sentido contrario: nuestras emociones y estados de ánimo influyen en cómo comemos.
El estrés, la tristeza o la ansiedad pueden llevarnos a buscar alimentos que generen placer inmediato (conocidos como comfort foods), generalmente ricos en azúcar o grasa. Esto libera dopamina temporalmente, pero a largo plazo puede reforzar un patrón de hambre emocional y malestar físico.

Aprender a reconocer si comemos por hambre real o por necesidad emocional es un paso clave para desarrollar una relación más consciente con la comida.

La importancia de alimentar cuerpo y mente

Cuidar la salud mental desde la alimentación no significa seguir dietas estrictas o eliminar alimentos, sino buscar equilibrio, variedad y consciencia.
Algunos hábitos que ayudan a nutrir cuerpo y mente son:

  • Comer alimentos frescos, coloridos y reales.
  • Mantener horarios regulares para comer y dormir.
  • Beber suficiente agua durante el día.
  • Comer sin distracciones, disfrutando cada bocado.
  • Dar espacio al descanso y al movimiento físico.

El bienestar mental no se construye solo en la mente: también se cocina en el plato.

En conclusión, la alimentación es una herramienta poderosa de autocuidado. Lo que ponemos en nuestro cuerpo se refleja no solo en nuestra energía y salud física, sino también en nuestro equilibrio emocional.
Cultivar una relación positiva con la comida, basada en la escucha, el respeto y el disfrute, puede ser uno de los pasos más profundos hacia una vida más plena y consciente.

En Natursalud Siberia, acompañamos este proceso desde una mirada integral, ayudándote a mejorar tu relación con la comida, equilibrar tu salud intestinal y fortalecer tu bienestar emocional. Porque cuando nutrimos cuerpo y mente en conjunto, logramos un verdadero equilibrio.

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¿Cómo están relacionadas las alteraciones digestivas con el estrés?

El ritmo de vida actual, la presión laboral, los problemas personales y la sobreestimulación mental están llevando a cada vez más personas a experimentar síntomas digestivos sin una causa física aparente. ¿Sabías que uno de los sistemas más afectados por el estrés es el sistema digestivo? Esta conexión entre digestión y salud emocional es tan directa que incluso se habla del “segundo cerebro”: el intestino.

¿Qué tipo de alteraciones digestivas puede causar el estrés?

El estrés crónico o sostenido en el tiempo puede producir síntomas como:

  • Hinchazón abdominal
  • Dolor de estómago
  • Gases y flatulencias
  • Estreñimiento o diarrea
  • Digestiones pesadas
  • Sensación de nudo en el estómago o falta de apetito

Esto se debe a que el sistema nervioso autónomo, encargado de regular funciones involuntarias como la digestión, se ve alterado cuando nuestro cuerpo percibe una amenaza. En estados de estrés, el organismo prioriza funciones de “supervivencia”, y la digestión pasa a segundo plano, lo que genera desequilibrios digestivos y metabólicos.

La relación entre el eje intestino-cerebro

En los últimos años, la ciencia ha confirmado lo que la medicina natural y tradicional ya intuía: el intestino y el cerebro se comunican constantemente a través del llamado eje intestino-cerebro. Esta conexión bidireccional implica que lo que sentimos influye directamente en nuestro aparato digestivo y viceversa.

Cuando se activa el sistema simpático por estrés, se reduce la motilidad intestinal, se altera la microbiota y se pueden producir inflamaciones. Por eso, en Natursalud Siberia, tratamos la salud digestiva de forma integral, teniendo en cuenta tanto el cuerpo como las emociones.

¿Cómo puedes mejorar tus digestiones si sufres estrés?

Existen múltiples estrategias naturales para reducir el impacto del estrés sobre tu sistema digestivo. En nuestras sesiones personalizadas, evaluamos cada caso de forma individualizada para proponer soluciones como:

  • Cambios en la alimentación (dieta antiinflamatoria o adaptada a tu estado emocional)
  • Suplementos naturales que regulan el sistema nervioso y digestivo
  • Técnicas de relajación como la respiración consciente, meditación o yoga
  • Plantas medicinales adaptógenas y digestivas
  • Apoyo emocional a través del acompañamiento terapéutico

Tu bienestar empieza en tu interior

Como comentamos en publicaciones anteriores sobre salud emocional y física, las alteraciones digestivas por estrés son una de las quejas más comunes entre nuestros pacientes. Lo importante es que no estás sola ni solo: existen soluciones y profesionales que pueden ayudarte a recuperar el equilibrio.

👩‍⚕️ En Natursalud Siberia te acompañamos para que identifiques la raíz de tu malestar, y pongas en marcha hábitos que mejoren tu salud digestiva y emocional. Reserva tu primera consulta y empieza a sentirte bien desde dentro.

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¿Por qué ese miedo a consumir hidratos de carbono?

¿Realmente sabemos lo que son? ¿Y lo que nos aportan?

Durante años, los hidratos de carbono (o carbohidratos) han sido señalados como los «malos de la película» en muchas dietas. Se les culpa de engordar, de generar picos de azúcar y de ser prescindibles en una alimentación saludable. Pero… ¿cuánto hay de verdad en eso?

En Natur Salud Siberia queremos ayudarte a entender mejor los alimentos que consumes, sin mitos ni miedos. Hoy te explicamos qué son los hidratos de carbono, para qué sirven y por qué no deberías tenerles miedo.

¿Qué son los hidratos de carbono?

Los hidratos de carbono son uno de los tres macronutrientes principales (junto con las grasas y las proteínas) que nuestro cuerpo necesita para funcionar. Son la fuente de energía más directa y rápida para nuestras células, especialmente las del cerebro.

Pueden dividirse en:

  • Simples: como el azúcar blanco, la miel, la fruta o los zumos.
  • Complejos: como los cereales integrales, las legumbres, las patatas, la avena o el arroz integral.

¿Para qué sirven?

  1. Aportan energía inmediata y sostenida.
  2. Mejoran el rendimiento físico y mental.
  3. Favorecen una digestión equilibrada, sobre todo si vienen acompañados de fibra.
  4. Regulan el estado de ánimo: al fomentar la producción de serotonina.

¿Por qué les tenemos tanto miedo?

El miedo a los hidratos proviene, en gran parte, de:

  • Dietas milagro que los demonizan.
  • Desinformación en redes sociales.
  • Asociaciones erróneas con el azúcar refinado o el sobrepeso.

Pero lo cierto es que no engordan por sí solos. Lo que genera aumento de peso es el exceso calórico general, no un nutriente en particular.

Entonces… ¿hay hidratos «buenos» y «malos»?

Más que hablar de “buenos” y “malos”, debemos hablar de calidad y contexto.

  • Sí a: pan integral, arroz integral, quinoa, avena, patata, boniato, frutas, legumbres.
  • Limita: azúcares añadidos, bollería industrial, cereales ultraprocesados.

¿Y si quiero adelgazar o regular mi salud digestiva?

Reducir los hidratos no siempre es necesario. De hecho, muchas personas se sienten con menos energía, más irritables o con problemas digestivos al eliminarlos.
Lo importante es:

  • Elegir hidratos de buena calidad.
  • Ajustar su cantidad según tu estilo de vida.
  • Combinarlos con proteínas y grasas saludables para evitar picos de glucosa.

En resumen:

No temas a los hidratos. Edúcate sobre ellos.
El equilibrio y la calidad son la clave.
Una dieta saludable incluye carbohidratos complejos, naturales y variados.

Y si tienes dudas, recuerda que en Natur Salud Siberia podemos ayudarte a adaptar tu alimentación a tus objetivos, tu salud y tu estilo de vida.

¿Quieres saber qué tipo de alimentación es más adecuada para ti?
Te invitamos a visitar nuestra consulta y descubrir un enfoque personalizado de la salud.

Cita previa en: https://natursaludsiberia.es

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Alimentación y bienestar en la actualidad

La alimentación y el bienestar son temas esenciales en la actualidad, en un contexto donde la salud y el estilo de vida ocupan un lugar preponderante en la conciencia colectiva. En los últimos años, ha habido un cambio significativo hacia una mayor consciencia sobre lo que comemos y cómo esto impacta nuestra salud física y mental.

El auge de la alimentación saludable ha llevado a muchas personas a optar por dietas más equilibradas y nutritivas. Se ha incrementado el consumo de alimentos frescos y naturales, como frutas, verduras, granos enteros y proteínas magras. La reducción del consumo de azúcares refinados y alimentos procesados también ha ganado popularidad, ya que estos están asociados con enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión y la obesidad.

El concepto de bienestar no se limita solo a la ausencia de enfermedades, sino que abarca un estado de equilibrio y satisfacción personal. La alimentación juega un papel crucial en este sentido, ya que una dieta equilibrada contribuye a un mejor estado de ánimo y a una mayor energía diaria. Además, ciertos alimentos tienen propiedades que pueden mejorar la salud mental. Por ejemplo, el consumo de omega-3, presente en pescados grasos como el salmón, se ha relacionado con una reducción en los síntomas de depresión.

La tendencia hacia la alimentación consciente también ha fomentado el interés por las dietas vegetarianas y veganas, no solo por sus beneficios para la salud, sino también por razones éticas y medioambientales. Estudios han demostrado que una dieta basada en plantas puede reducir el riesgo de enfermedades cardíacas y ciertos tipos de cáncer, además de tener un menor impacto ambiental en comparación con las dietas basadas en productos animales.

La educación alimentaria es fundamental para mantener este enfoque. Aprender a leer etiquetas, entender los valores nutricionales y ser conscientes de la procedencia de los alimentos son habilidades que empoderan a las personas para tomar decisiones informadas sobre su dieta.

En conclusión, la alimentación y el bienestar están intrínsecamente ligados. Adoptar hábitos alimenticios saludables no solo mejora nuestra salud física, sino que también contribuye a nuestro bienestar general, permitiéndonos vivir una vida más plena y equilibrada.